Empezó la era Milei: distinto a todo pero con el mismo futuro incierto

Javier Milei dio dos discursos, recibió a delegaciones extranjeras, le tomó juramento a los ministros en un acto privado, rezó en la Catedral y terminó en el Colón. Mañana empiezan las respuestas.

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Empezó una nueva era. La pregunta es cuánto tiempo durará. "No tenemos un proyecto de poder, sino un proyecto de país", le planteó Javier Milei a toda la dirigencia política al dar su discurso inaugural. En todos los aspectos, el nuevo presidente buscará mostrarse distinto. Desde cuestiones protocolares a simbólicas, pero sobre todo en políticas y económicas, el Gobierno entrante apuntará a que todo sea sinónimo de cambio.

El cambio ya se ve hasta en el vínculo con Cristina Fernández de Kirchner, que pareció más afectivo que el que tiene con su predecesor. A pesar de la gestualidad esquiva de la ya exvicepresidenta, que se mostraba fría, con las manos en los bolsillos, mirando para otro lado, Milei no dudó en mostrarle los perros grabados en la parte de arriba de su bastón presidencial e intercambiar comentarios risueños al terminar la asamblea legislativa. En épocas de grieta eso es muy difícil de encontrar.

"No venimos a perseguir a nadie", aseguró el libertario en las escalinatas del Congreso luego de despotricar contra la clase dirigente que lideró el país en los últimos cien años. "Cada uno se hará cargo", siguió. "No pedimos un acompañamiento ciego, pero no vamos a tolerar que la hipocresía interfiera con el cambio", aseguró, a la vez que adelantó: "No vamos a retroceder, claudicar, ni rendir". 

Distinto en lo simbólico
Que su discurso inaugural haya sido en las escalinatas, de frente a la multitud que se juntó en la Plaza del Congreso, fue el primer gran gesto simbólico de cambio. "Es el primer presidente que asume hablándole a la gente y no a los políticos", dijo Diana Mondino, flamante canciller. A las críticas respondieron sin titubear: "El primero de marzo le hablará al Congreso".

Por el contenido del mensaje, lo lógico resultaba hablarle a la sociedad más que a la política, ya que no planteó una hoja de ruta de medidas que deberán empezar a debatirse en el futuro inmediato, sino que buscó explicar porque se viene un período de dificultades. Es lo que más necesita en los próximos meses: que la gente entienda y aguante.  "Vamos a tener que soportar un período de dureza, pero vamos a salir adelante", planteó un rato después desde el balcón de la Casa Rosada.

La jura de ministros a puertas cerradas fue otro de los gestos de cambio. Los nuevos funcionarios y legisladores deberán acostumbrarse a un estilo nuevo de conducción política, en el cual los famosos "privilegios de la casta" van a estar siendo puestos en tensión cada dos por tres. Viáticos, pasajes, choferes, comitivas, todo estará bajo la mirada atenta de Milei y su entorno más cercano, donde están decididos a que en medio de un proceso de altísima inflación los gestos de la política deben ser hasta exagerados.

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"No hay nada que festejar. El presidente fue claro al decir que la situación de la Argentina es crítica", explicaron desde la Casa Rosada sobre el porqué no se transmitió la jura de los ministros. "Es un evento privado para que los ministros se puedan poner a trabajar", fue el controvertido argumento. Es cierto que es un acto donde se los suele ver felices y celebrando el nuevo trabajo, pero no deja de ser un evento público que no debería estar oculto a la sociedad. La casta, ante todo, debe ser transparente. 

Distinto en lo concreto
La clave de esta nueva era que se abre con Milei Presidente estará puesta en si las decisiones políticas y económicas también terminan siendo distintas a todo lo que se viene desarrollando en la Argentina en las últimas décadas. Está claro que se diferenciará del kirchnerismo en todo lo que pueda ("hemos decretado el fin de la noche populista", "nos han arruinado la vida", entre otras frases) pero también de los primeros pasos del gobierno de Mauricio Macri. "No hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. Todos los programas de gradualismo terminaron mal", definió Milei en su discurso. "Para hacer gradualismo es necesario el financiamiento, y lamentablemente tengo que decírselos de nuevo: 'No hay plata'", agregó.

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El primer gesto fue en el sentido de mostrarse distinto: debe ser el primer presidente en la historia mundial que asume diciéndole a la gente que la va a pasar mal. Aunque se cuidó en aclarar que todo podría ser peor. Llegó a plantear que por las deudas y retrasos heredadas por el gobierno de Alberto Fernández, la corrección inmediata significaría llevar la inflación a un 15.000 por ciento anual. El argumento es contundente: es "otro mal trago", como planteó el propio Milei, o la hiperinflación.

En las próximas horas y días, sin embargo, se terminará de saber si lo distinto queda en palabras o se vuelve también medidas de gobierno. A primera hora del lunes se esperan definiciones para los mercados. Ya se sabe, sin embargo, que un plan más amplio deberá esperar hasta más entrada la semana. Recién ahí se sabrá si la Argentina está encomendada solamente a "las fuerzas del cielo" o quedó en las manos de un presidente decidido a hacer las cosas distinto a todos. Mientras tanto, el futuro, seguirá siendo incierto.

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