Mal paso de Milei: riesgo de juicio político y pérdida de credibilidad ante inversores y los "cripto bros"

Justo cuando celebraba las buenas noticias ligadas a la inflación, el Presidente cometió un error que devalúa su credibilidad y lo expone políticamente

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Peor, imposible. Justo cuando el gobierno celebraba la baja de la inflación, justo cuando el mercado parecía darle la razón en el debate sobre el atraso cambiario, y justo en la previa de un nuevo viaje a Estados Unidos para hablar ante funcionarios de la administración Trump y potenciales inversores, Javier Milei comete un error que podría dañar su imagen internacional y hasta cambiar el rumbo de su gobierno.

Y todo por la compulsión a manejar su gestión de gobierno con el celular en la mano, dando retuit en forma compulsiva a cuanto mensaje elogioso aparezca o de contestar furibundamente a los críticos, sin tomarse la molestia de chequear la veracidad de los datos expuestos.

En el caso del escándalo del momento, el de su recomendación para invertir en una "shitcoin" absolutamente desconocida y que ni siquiera tenía página web ni estaba registrada antes de que él la mencionara, Milei ya directamente desbloqueó un nuevo nivel de "error político no forzado". Tanto que no solamente arriesga una "devaluación" de la palabra presidencial al asociarla a una estafa Ponzi, sino que se expone a un juicio político y a una pérdida de apoyo electoral. 

Hasta ahora, Milei había tenido algunos costos políticos atribuibles a errores de cálculo o a su carácter impulsivo, como ocurrió con sus debates públicos con artistas o con su controvertido discurso de Davos en el que vinculó al matrimonio gay con el abuso de menores.

Fueron situaciones en las que, según los encuestadores, el presidente se arriesgó a perder el apoyo de parte de su base electoral juvenil pero en los que, pese a todo, no corrió un peligro alto, porque sus peleas contra la "agenda woke" no pasaban de temas que afectan sólo a las "minorías intensas".

De hecho, tras la marcha "antifascista" convocada por los colectivos feminista y LGBT, no se constataron cambios sustanciales en la imagen presidencial.

Pero con este nuevo error, Milei entra en una zona peligrosa. No por casualidad, los "cripto bros" se han convertido en una nueva categoría social que está bajo el estudio de los politólogos y sociólogos.

Un quiebre con los "cripto bros"
 

Varones jóvenes de clase media, amantes de la tecnología, de tendencia liberal, generalmente de conducta aislada y bajas cualidades para la vida social -es decir, lo opuesto de los que habían sido los pioneros de la movida "punto com" en los años ’90-, los "cripto bros" han conformado uno de los núcleos fundacionales del movimiento libertario que lidera Milei.

Y el hecho de que muchos miles de ellos hayan perdido dinero por invertir en una cripto moneda cuyo único respaldo era la palabra presidencial puede suponer un quiebre sin retorno.

Un ejemplo claro de esta situación es el hecho de que, pocos minutos después de que Milei subiera su tuit recomendando la inversión en Libra, el más notorio de los cibermilitantes libertarios, Daniel Parisini -mejor conocido en las redes como Gordo Dan-, manifestó su interés por invertir los fondos del canal de streaming Carajo, en el cual se emite "La Misa", el principal programa de apoyo político al gobierno, al cual han concurrido para ser entrevistados los más altos funcionarios del gobierno, incluido el propio Milei.

Cuando quedó en evidencia que todo había sido una estafa y el presidente borró su tuit, en medio de un silencio oficial que sólo podía significar una crisis política de proporciones, empezó una situación confusa, que no pudo disimular la decepción de los jóvenes libertarios.

Los más alineados con la causa política de La Libertad Avanza se prestaron a una operación que rápidamente se evidenció falsa: el intento de hacer pasar todo como un hackeo del que Milei había sido víctima junto a otros presidentes latinoamericanos.

Para ese entonces, la oposición, con Cristina Kirchner a la cabeza, estaban sacando el máximo provecho de la crisis presidencial. La disculpa de Milei llegaría tarde e incluiría una de las actitudes que él suele endilgarles a sus adversarios: la "falacia ad hominem".  Es decir, no contestó las críticas propiamente dichas, sino que calificó como "ratas" a los opositores por querer aprovecharse de una situación en la que él había resultado una víctima.

El problema, claro, es que a esa altura ya había empezado el debate respecto de si al presidente podía caberle la calificación de victimario.

Mal "timing" antes del viaje a EE.UU.

Con el nuevo error cometido al promocionar el ignoto fondo Viva la Libertad Project y su moneda Libra, Milei ya incurrió en una serie de situaciones que, en el mejor de los casos, afecta su credibilidad ante el mercado y los inversores, y en el peor, lo expone a juicio político por su presunta complicidad en un acto de estafa.

Sobre la criptomoneda Libra, de formato token, es decir supuestamente respaldada por activos reales, sólo se sabe que está vinculada a una empresa llamada KIP Protocol, uno de cuyos directivos, llamado Julian Pe, estuvo reunido con Milei en octubre pasado, en el marco del evento tecnológico Tech Forum Latam.

Eran los momentos en que el presidente vivía la euforia de codearse con los popes de Silicon Valley, gracias a los contactos del canciller Gerardo Werthein, el embajador en Estados Unidos, Alec Oxenford y el asesor Demian Reidel, que lo ayudaron a posicionar a Argentina como uno de los países líderes en el área tecnológica. Particularmente, el discurso oficial apuntaba a que Argentina tenía condiciones excepcionales para ser uno de los centros mundiales de desarrollo de la tecnología de Inteligencia artificial. Esto se vinculaba al potencial de generación energética argentina, de la mano de su plan nuclear.


El triunfo de Donald Trump en Estados Unidos parecía acelerar la concreción de esos proyectos, sobre todo por la influencia de Elon Musk, amigo personal de Milei y figura fundamental en la nueva administración estadounidense.

La "pata política" de este acercamiento al centro mundial de los negocios se produjo con la presencia de Milei en la reunión de Mar a Lago y en el acto de asunción de Trump, así como en la celebración en Buenos Aires de la Conferencia de Acción Política Conservadora. En este evento -un tradicional bastión anticomunista ligado a la derecha republicana, que tomó notoriedad por su apoyo a Trump-, Milei fue la figura central, con un discurso en el que llamó a dar la batalla cultural contra la "agenda marxista" que avanza desde las propias instituciones occidentales, como las universidades y los organismos supranacionales.

Desde ese momento, Milei ha hecho varios gestos en ese sentido. Por ejemplo, el controvertido retiro de Argentina de la Organización Mundial de la Salud y luego el aviso del posible abandono del Tratado de París para el combate al cambio climático.

La devaluación de la palabra presidencial
 

Todas estas jugadas reflejaban el estilo personal de Milei: subiendo la apuesta política y adoptando posturas radicales. Su base electoral lo apoyó, en el entendido de que todo formaba parte de una misma estrategia.

Por ejemplo, la salida del Tratado de Paris estaba en línea con el posicionamiento de Argentina como nuevo protagonista en el mercado exportador de petróleo, justo cuando Trump declara su intención -con la célebre expresión "drill, baby, drill"- de aumentar al máximo la explotación de hidrocarburos fósiles, incluyendo las prácticas más cuestionadas por los ambientalistas, como la del "fracking" que también se aplica en Vaca Muerta.

Desde esa óptica, la conducta de Milei lo posicionaba como receptor de inversiones para las grandes petroleras estadounidenses. De hecho, cuando escribió para criticar a los "econochantas" que insistían con "el disco rayado del atraso cambiario", uno de sus argumentos era que Argentina podría convivir con un déficit de cuenta corriente porque ese "rojo" iba a compensarse con una oleada de dólares en forma de inversión externa directa. Y puso el ejemplo de que la energía y la minería habían atraído u$s11.000 millones en nuevos proyectos durante 2024.

Milei, que dentro de pocos días participará en Washington en una nueva reunión de la CPAC en Washington, tiene en agenda algo más que dar otro discurso sobre las "Woke Wars" -tema preferido de ese foro- sino que se propone aprovechar el viaje para consolidar el vínculo con la administración Trump.

El reciente gesto del presidente estadounidense, al aplicar al acero y aluminio argentinos las mismas subas de aranceles que a los países "no amigos" fue un indicador de que se necesitará una alta dosis de cintura negociadora con Trump y sus funcionarios.

Milei tiene el objetivo de avanzar en un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Y para ello, una de sus principales armas es su reputación personal, ganada en foros internacionales y en artículos elogiosos en la prensa mundial.

Después de todo, se trata de convencer a inversores de que "hundan" capital en un país que todavía tiene controles cambiarios, donde hasta hace poco tiempo se produjeron estatizaciones compulsivas y cambios repentinos de reglas de juego -tales como tarifas, pagos de regalías, retenciones a la exportación e impedimentos de remisión de dividendos-.

En definitiva, más allá de las leyes que apruebe el Congreso, lo que terminará convenciendo a los potenciales inversores es la certeza de que Argentina entró en un cambio de régimen político que no incurra en los viejos vicios. Y el involucramiento de Milei en una estafa piramidal es, justamente, una de las peores cosas que pueden ocurrir en medio de esa prédica.

Como mínimo, implica que el presidente desconoce el mercado financiero o no está bien asesorado. Y, en el peor de los casos, que pueda estar involucrado en una situación ilegal.

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