Nuevos indicios de vida en Marte

Despacio pero sin pausa, desde 2012 el vehículo Curiosity explora Marte, analizando su suelo y su atmósfera. Convertido en el corresponsal robótico de los astrofísicos, ofrece esta semana dos nuevos descubrimientos sobre los principales enigmas científicos del planeta rojo. Eso sí, la interpretación de estos dos hallazgos, recogidos en la prestigiosa revista Science en estudios independientes, queda abierta al debate.

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Por un lado, el rover de la NASA ha descubierto que la cantidad de gas metano presente en la atmósfera marciana varía significativamente a lo largo del año, alcanzando su mínimo durante el invierno. Por otra parte, ha detectado materia orgánica preservada en materiales muy antiguos, de hace unos 3.000 millones de años.

La NASA ha organizado esta tarde un encuentro con científicos para debatir los resultados de estas investigaciones basadas en los datos captados por Curiosity.

Metano estacional
Para los astrofísicos detectar y entender el origen del metano es muy importante de cara a poder determinar si hay o alguna vez hubo vida en Marte, pues en la Tierra entre el 90 y el 95% de este gas tiene un origen biológico. Que esté presente en Marte, aunque sea en cantidades pequeñas, abre la posibilidad de que pudiera haber vida o la hubiese habido en el pasado. No obstante, el metano también puede proceder de otras fuentes por lo que su presencia no significa necesariamente que haya vida.

Según este estudio, en el que participan científicos españoles del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA), esa variabilidad estacional es mucho mayor de la que preveían los modelos que usan, lo que apunta a la existencia de procesos desconocidos hasta ahora.

Tras analizar los datos del metano recogidos durante cinco años con el espectrómetro TLS-SAM, comprobaron que la acumulación de este gas en la atmósfera marciana oscilaba entre las 0,3 partes por mil millones y las casi 0,7 partes por mil millones: "Cuando menos concentración vimos fue durante el invierno marciano, mientras que el máximo se registraba en primavera", relata por teléfono Jorge Pla García, investigador del CAB y coautor del artículo. En la Tierra la concentración de metano es de 1,8 partes por millón, es decir, 10.000 veces mayor que en Marte.

Esas variaciones, añade, les han sorprendido: "Se esperaba que hubiera un cambio a lo largo del año porque la radiación ultravioleta libera a la atmósfera el material orgánico que hay en la superficie, haciendo que los valores de metano varíen, pero no tanto", explica Pla.

¿De dónde viene ese metano? "La hipótesis más plausible es que proceda de unos hielos llamados clatratos, que pensamos que existen en Marte, aunque aún no se han encontrado. En la Tierra están en el subsuelo de altitudes altas, como la estepa siberiana, y son capaces de atrapar gas dentro de una molécula", relata el investigador. Así que una de las teorías que barajan es que hace millones de años grandes cantidades de metano habrían quedado atrapadas en el subsuelo y con el cambio a las condiciones presentes de Marte, se habrían vuelto inestables.

Una segunda teoría, enumera, sostiene que ciertas reacciones químicas en los minerales del subsuelo de marte habrían liberado ese metano y, por último, existe la posibilidad de que el metano sea producido por organismos, aunque a Pla le parece poco plausible.

"Si existe algo vivo en Marte tiene que estar en el subsuelo pues la radiación ultravioleta y la atmósfera tan delgada que hay en el planeta rojo la hacen inviable en su superficie", señala.

Componentes orgánicos
Por otra parte, para encontrar el material orgánico en los sedimentos de 3.000 millones de años de antigüedad, Curiosity perforó el suelo con su taladro y extrajo las muestras en dos puntos diferentes del cráter Gale, denominados Mojave y Confidence Hills. Anteriormente, ya había identificado de forma limitada componentes orgánicos en Sheepbed, otra zona de ese mismo cráter.

Tras recoger las muestras, las calentó para poder estudiar las moléculas, que son liberadas por la acción del calor. El análisis identificó, entre otras, tiofeno, metanotiol y dimetilsulfuro. Los autores de esta segunda investigación, liderados por Jennifer Eigenbrode, del Centro Goddard de la NASA, creen que podrían ser fragmentos de moléculas más grandes. Las muestras del cráter Gale contenían "niveles excepcionalmente altos" de azufre que, según este equipo de científicos, habría ayudado a conservar la materia orgánica durante tantos millones de años.

Como recuerda también en Science Inge Loes ten Kate, investigadora de la Universidad de Utrecht, en un artículo en el que comenta los dos estudios, casi todas las moléculas que contienen carbono son componentes orgánicos pero muchas moléculas orgánicas no son producidas por organismos vivos. "Las moléculas orgánicas de Marte podrían haberse formado en ausencia de vida, haber llegado desde el espacio o bien haber sido producidas por vida marciana actual o pasada", escribe Inge Loes, sin vinculación con el estudio. Que esas moléculas procedan de la Tierra está en principio descartado pues todas las naves que viajan allí se esterilizan para evitar que de forma accidental puedan llegar moléculas terrestres.

Que haya componentes orgánicos en Marte, añade, es algo esperable porque en el Universo se producen en ausencia de organismos vivos y llegan a los superficies de los planetas a través de los impactos de cometas, asteroides, meteoritos o partículas de polvo interplanetario. "Más especulativa es la posibilidad de que haya vida o la haya habido en Marte. La vida en la Tierra usa y produce principalmente cuatro tipos de componentes orgánicos: carbohidratos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos, que se forman a partir de moléculas orgánicas más pequeñas. Si asumimos que la hipotética vida marciana no serían muy diferente a la vida terrestre, la búsqueda de vida en Marte se centra en estos ladrillos", explica la científica.

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